Nunca podremos agradecerle totalmente a Richard la cantidad de
oportunidades que nos está dando para observar y fotografiar aves que,
de otra forma, seguramente se nos escaparían.
Como el
día anterior nos quedamos con ganas de Polluela, el viernes 6 volvimos a
la Rambla. Nada más llegar por allí, nos estuvo acompañando con paso
cansino, pegada a los carrizos, a unos 30 metros delante nuestra.. Si
ella se paraba, nosotros también, hasta que, al final, se perdió entre
la maraña de tallos.
Después, vino el despiporre de
pasos y poses. Y la necesidad de cambiar de tarjeta y recargar
baterías, porque unas se completaban con cientos de fotos y las
otras se consumían por lo mismo.
Os dejo unas cuantas de las que me gustan. Y lo mismo que con las de Calamón, me adelanto a las que pudiese subir mi hermano.
Sé que son muchas, pero.... la culpa la tiene Richard.
Antonio.
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